Tres años antes a su publicación, Trejos inició la escritura de los poemas en prosa que después integrarían Carta sin cuerpo y en los que agradeció el descubrimiento de la obra del español Vicente Aleixandre y de los argentinos Oliverio Girondo y Jorge Luis Borges. Contrario a la costumbre, no quiso que el primer libro fuera una antología de disímiles voces y momentos vitales acumulados en su trayecto poético: antes lo pensó como unidad –se puede leer, de principio a fin, como una reflexión sobre la soledad–. Adriano Corrales destacó que Trejos "no se desesperó por publicar; muy bien hecho, porque eso ha matado a mucho poeta costarricense". La poesía puebla los desiertos: los veinticinco textos del poemario se hayan colmados de figuras que merodean las ausencias. Según Rodríguez, en ocasiones Carta sin cuerpo peca por exceso: "entre tantas imágenes a veces pasa como cuando muchos árboles no permiten ver el bosque", explicó Rodríguez. A su manera, Trejos respondió a la observación: "creo en la tensión poética, que el poema sea como circuito que amplifica la energía, y persista". Por eso el exceso, por eso cuida la palabra y pretende su trascendencia; Corrales consideró que en su tarea, y pese a su juventud, Alfredo evita los ilusionismos.
Fragmento del artículo de Bértold Salas M. en periódico La Nación
