Frecuencia de Manicomio es un conjunto de voces tormentosas que logran desahogarse sin recurrir al lamento mediocre o a la autocompasión. La crudeza de este libro -una especie de sed farmacodependiente- sirve para nombrar la desolación. Personalidades dualistas, el estrabismo en una visión particular del mundo y la firmeza de unos pasos de total desorientación son algunos padecimientos que ponen a prueba la razón del poeta que se mueve entre cemento, humo y lápidas. Los poemas mejor logrados son los que abren la primera parte del libro. Las referencias a las canciones también están presentes en el poemario. Un recurso en el que los jóvenes escritores han encontrado un camino para explorar nuevas estéticas. La atmósfera creada en el libro recuerda por momentos -sin que se pretenda estampar una influencia directa- la construcción visceral de los poemas del loco Panero.
Reseña en el Semanario Universidad