Un día, almorzando juntos, Emilia Prieto le regaló a Carlos Aguilar una servilleta con una copla meseteña.
En la puerta de mi casa había dos perros echados: uno era azul y el otro se fue...
Emilia y Carlos fueron muy amigos durante los últimos años de ella. Él la admiraba y respetaba mucho.
Doña Emilia, qué lindo, algún día voy a ponerle a algo perro azul...