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De todas las vocaciones que ostenta Montecinos (librero, militante, escritor, cocinero), tal vez la que mejor ejerce es la de buen conversador, raza casi extinta que pululaba en los bares y cafés de las ciudades. Este libro es una extensión de la mesa de copas, lugar al que uno vuelve más que para encontrar, para encontrarse. Momentos clave: la historia de un barco varado en el fascismo posgolpe, esto demuestra que la Historia también la escriben los sobrevivientes. En el otro espejo, póngale atención al calentador existencial de Montecinos, y aprenda un poco acerca de cómo las cosas también tienen crisis de identidad. Un libro con mucho de amigos y ninguna intelectualidad pretensiosa. En tiempos en que la escritura afectada de los escritores tipo Sagot-Albán nos acorrala, el libro de Eduardo Montecinos resulta gratificante, y eso se agradece.
Fragmento de la reseña de Felipe Granados en revista Soho
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