En las páginas de
Noticia de Silencio alguien escribe la carta del deseo y de la soledad, habla de una sombra "enterrando sus uñas en mi aullido"; cuenta de una hecatombe bajo los párpados de esa mujer que camina serena "entre palmeras de tacón alto". Alguien se desliza sobre los cristales rotos, tiembla en su cárcel de espuma con la sospecha de ser otra, acaso aquella que "arrodillada sobre la noche abanica la muerte". Esta es la atmósfera de imágenes eróticas, a un tiempo vaporosas y densas, que la autora construye dando "palos de ciega", contra toda certeza. Roxana Pinto prepara sus fuegos con astillas del silencio y el fuego le devuelve imágenes talladas en la piedra del humo: las obsesiones golpeando una y otra vez "contra el muelle que nunca destruirán las tempestades".
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En las páginas de Noticia de Silencio alguien escribe la carta del deseo y de la soledad, habla de una sombra "enterrando sus uñas en mi aullido"; cuenta de una hecatombe bajo los párpados de esa mujer que camina serena "entre palmeras de tacón alto". Alguien se desliza sobre los cristales rotos, tiembla en su cárcel de espuma con la sospecha de ser otra, acaso aquella que "arrodillada sobre la noche abanica la muerte". Esta es la atmósfera de imágenes eróticas, a un tiempo vaporosas y densas, que la autora construye dando "palos de ciega", contra toda certeza. Roxana Pinto prepara sus fuegos con astillas del silencio y el fuego le devuelve imágenes talladas en la piedra del humo: las obsesiones golpeando una y otra vez "contra el muelle que nunca destruirán las tempestades".
