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HARÉVALO EN BLANCO Y NEGRO 80 grabados y 9 poemas de Hernán Arévalo (2001). Hernán Arévalo. ISBN: 9968-834-23-8

Selección y prólogo: Andrés Fernández.
Su mundo creativo parte de la realidad, por el predominio de la figuración, pero no en una transcripción realista sino solo como punto de partida, una mera referencia. Arévalo la destruye al estilizarla y fraccionarla, creando nuevas relaciones que son fruto de su imaginación juguetona e incisiva. Asimismo, el color de sus trabajos se une a la forma con armonía generando vitalidad y vigorizando la iconografía, pues Arévalo lo usa sin miedo, obteniendo contrastes variados, algunas veces dramáticos, pero siempre oportunos. Las temáticas que nos presenta son variadas, algunas de ellas presentes desde el inicio de su carrera, pero con cambios evidentes con el paso del tiempo. Este panorama presta coherencia a su trabajo y permite apreciar la evolución de los temas. Entre ellos, tenemos algunos muy ligados con la realidad, como el retrato, que en Arévalo no es realista. En este género sobresalen los rostros o los desnudos de juguetona sensualidad elaborados a su modelo preferida: Hannia. En estos presenta una propuesta personal donde las formas ondulantes de instrumentos musicales como el saxofón, aumentan la sensualidad de la escena en armonía lineal con las curvas del cuerpo femenino, y es así como forma y color sugieren una música íntima. A estas representaciones se suman otras, conceptualmente más complejas, donde vemos emerger nuevos mundos poblados de seres vivos y de objetos inanimados. Entre ellos sobresale su bestiario personal, conformado por animales tales como el toro, el caballo, el gallo, el perro y la serpiente que renuevan los significados que históricamente se les ha otorgado, al unirse a elementos tales como cruces, lanzas y exvotos. No obstante, algunas imágenes poseen dobles significados, o buscan semejanza en los contrarios, pareciéndose formalmente el caballo a la serpiente, por su cuello alargado y de movimiento ondulante, así como también por el listón que forma con la cola y que duplica la forma serpentina del reptil. Los gallos batiendo de forma constante las alas se asemejan a llamas y nos refieren a una actitud de vigilia ante el acecho del enemigo. Es sin embargo importante señalar el tono irónico que Arévalo otorga a estos grabados, pues así es como estas formas gráciles e inclusive humorísticas nos llevan de la mano a lecturas más profundas. En su obra se mezcla con acierto la tradición judeocristiana, traída a este continente por los conquistadores, con creencias de los nativos de estas tierras, donde la máscara y los velos chamánicos cobran significados. Pero el artista no busca predicar ningún credo en especial, sino poner en evidencia el valor del símbolo. Arévalo se posesiona con humor de todo y crea un mundo en donde lo único que interesa es el intrincado mapa de relaciones conceptuales y plásticas generado.
Fragmento de la reseña de Ileana Alvarado en revista Áncora
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