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FIGURAS EN EL ESPEJO Cuatro relatos (2001). Rodrigo Soto. ISBN: 9968-834-22X

Tras leer Figuras en el espejo no es difícil imaginar como detrás de cada palabra que decimos y cada gesto que la acompaña se apalanca el peso de todas nuestras vivencias, como también lo hace cuando interpretamos cada palabra que escuchamos decir a los demás. Para hablar y para escuchar se utiliza siempre un punto de vista inaccesible al otro y llegar a la compresión del otro implica una fusión de horizontes, una suma de puntos de vista que no sólo es difícil de lograr, sino que muchas veces es simplemente imposible con la mera conversación y para la cual entonces debemos recurrir a la literatura. Tomemos el caso de Oswaldo, por ejemplo, que es parte de esta cena que es el centro de la madeja de la novela y que protagoniza la sección titulada El tigre frente al aro de fuego. Ya el título es sugerente de lo complejo del personaje, Oswaldo se lanza a relaciones de pareja con una alegría salvaje, a sabiendas de que terminará saboteándolas y saboteándose a sí mismo, en busca de un castigo y un perdón que no comprende bien por qué necesita. La oscilación de Oswaldo entre la indolencia y la desesperación producen en esta novela unas de las páginas más líricas, pero a la vez de las más oscuras. De entre los personajes de la novela, el que menos entiende que lo mueve es Oswaldo. Como podrá entonces entender a los demás, a las mujeres que cruzan su vida interminablemente, o a Ariel que le hace un par de comentarios hirientes en la cena sin poder comprender de dónde viene la ira de Oswaldo o a Gina esposa de Ariel, cuya vida de madre que ha renunciado a una carrera la resulta tan remota, o a su misma amiga, Marcela, cuyo narcisismo casi no le permite ver más allá de ella misma. A Oswaldo lo habitan verdaderos demonios que ni conoce ni comprende. En algún momento se pregunta si uno puede pasar su vida buscando algo sin saber que es, en otro se pregunta como puede uno recién reconocer demonios que sin embargo han estado con uno toda la vida. Este personaje es opaco, sus sentimientos son un enigma para los otros, pero especialmente para sí mismo. No son sorprendentes entonces los equívocos que generan lo que dice y como lo dice.
Fragmento de la reseña de Juan Murillo en el blog 100 Palabras por Minuto
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