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GINA (2006). Rodrigo Soto. ISBN: 9968-834-91-2


La obra esta escrita en capítulos de entre 1 y 3 páginas, en los que se trata el tema puntual y en los que no hay disgreciones innecesarias. La novela empieza con un despertar dentro de Gina de una insatisfacción que la lleva a terminar su matrimonio del cual tiene dos hijas. A partir de ese punto la historia se mueve libremente entre el pasado y el presente, ofreciéndonos vistazos del pasado como una adolescente o mujer joven de Gina y su presente como madre divorciada. Al lector desconfiado, los primeros capítulos pueden despertarle la sospecha de que hay truco. De que, en efecto, estamos leyendo sobre la vida de una mujer; pero que, en el fondo, el autor esta siguiendo un plan simplificado, un esquema, para justificar porque una mujer actúa como lo hace en la vida real. Los capítulos de la novela versan sobre los puntos salientes o dramáticos de la vida de Gina: la muerte de su padre, el crecimiento de sus senos, la educación religiosa de su madre, la primera menstruación, la perdida de su virginidad, una agresión física a manos de un novio, su tesis con los indígenas de Talamanca, su decisión de quedar embarazada, sus sueños y pesadillas, su convivencia con un Rasta después del divorcio, su vida en un pueblo pequeño de la costa caribeña. El rosario de situaciones determinantes en el curso de la vida de Gina tienen algo de genérico; y eso, en otro autor, le hubiese dado un aire artificial al conjunto que lo hubiese convertido en un pastiche de la literatura femenina actual. Pero en el caso de Soto, su habilidad para narrar, su habilidad para comprender y sintetizar lo que sucede hace que sorprendentemente no nos importe nada de lo dicho. Porque Gina, la voz de Gina, suena real. Queremos creerle, nos parece alguien que conocemos. Rodrigo Soto juega aquí un peligroso juego que lo hemos visto repetir en otras de sus obras, describir personajes femeninos con propiedad y seguridad, y hacerlos verosímiles, a veces reales, tanto como otras mujeres que conocemos. Se corre el riesgo, por supuesto, de que le digan que así no es, que se equivoca de pé a pá y que ser mujer no se siente como él lo describe. Pero eso a Soto no le importa, su narrativa tiene un paso seguro de si mismo, no duda, no matiza sus afirmaciones, a pesar de que todo lo cuenta con la suavidad que lo caracteriza.
Fragmento de la reseña de Juan Murillo en el blog 100 Palabras por Minuto
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